sábado, 6 de marzo de 2010

las ganas que te deseo


Nunca un domingo

Cuando la conoció le dijo: “Soy un tipo jodido, así te voy a amar: jodidamente. La primera vez que la tuvo dormida le dijo al oído sin despertarla: “Ahora que tengo la llave de tu piel, cierro y me la trago. El que la quiera que me arranque el estómago”.

Después ocurrió la primera espina. Entonces él le pateó la puerta hasta que se hizo de día. Lo único que le gritaba, lo que toda la noche aulló fue: “Si vas a dejarme, ni se te ocurra un domingo. Nunca un domingo”.

Un enamorado es un paralitico que consigue una pata de palo y se cree que va a cruzar la cordillera de los Andes.

Una noche ella decidió que no tendrían más noches, justo un domingo de invierno, demoledor, rebalsado de la peor de las tristezas: la dominguera, la única que nunca se aprende a vaciar. Esta vez el tipo no pateo ningún vidrio, simplemente se los masticó. Usó los dedos de pincel y escribió con sangre rabiosa en la única ventana de la casa que daba a la luna:
“Un desenamorado es un ciego, un ciego que después de cien años recupera la vista, justo en la mitad de la noche, y entonces grita:
y esta mierda es lo que hay para ver?”

Al rato se hizo lunes. Dos lunes después la había olvidado.



el muy forro es difícil de encontrar, pero es un genio.

“Gracias por atenderme y hacerme tostadas y café con leche fria como a mí me gusta. Yo soy un estúpido pero no importa, vos sos un búho deforme, paralítico, con tu culito de pava gigante, inmenso y descomunal. Bardearé tus labios de churrasco, de almohadón, de balcón, de mostrador. Todas las estupideces que digas, me rebotan cual espejo que refleja tu imagen de espanto“.

- Yo te lo digo de buena onda eh, ojo. No te comas cualquiera porque eh, bueno, te quiero mucho.

- Yo también te quiero mucho.